Si bien fue en 1993 cuando la Asamblea General de la ONU declaró el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, desde mucho antes se reflexionaba sobre este recurso esencial para la vida humana. Incluso, los más apocalípticos, presagiaban una fuerte contienda mundial por un recurso que se visualizaba cada día más escaso.
Desde una perspectiva moderna, y en el marco de la misión que debemos emprender las Juntas de Vigilancia y las organizaciones de usuarios de agua, nuestra mirada es mucho más amplia que antaño. El agua ya no es solo la base del desarrollo productivo en materia de riego, sino que nuestro enfoque involucra la base del desarrollo humano y la sustentabilidad como pilar indiscutido en el entorno en que vivimos. Esa mirada holística hoy es un imperativo ético y social, en momentos en que el cambio climático ha puesto en jaque la disponibilidad del recurso y su distribución equitativa.
El Día Mundial del Agua es también una instancia para reflexionar sobre el futuro de Ñuble, sobre su identidad ligada al campo y a la actividad agrícola como base de su bienestar social. En efecto, la Estrategia Regional de Desarrollo, actualmente vigente, dentro del lineamiento “Territorio y Medio Ambiente”, establece como objetivo estratégico avanzar hacia la seguridad hídrica mediante el uso racional, eficiente y sustentable de los recursos hídricos regionales, a lo que se acompañan acciones como modernizar la infraestructura de agua para riego y fortalecer la participación de los usuarios integrados bajo un criterio territorial de cuencas hidrográficas para el uso del recurso.
En ese contexto, las aspiraciones regionales de un mayor desarrollo integral para todos en materia hídrica, no puede depender de una sola entidad. Las soluciones más armónicas y efectivas surgen del trabajo colaborativo entre el sector público, el privado, la academia y la comunidad como beneficiaria final de las políticas relacionadas al agua.
Un ejemplo de esa disposición fue el encuentro liderado hace algunas semanas por el Consorcio Tecnológico del Agua de la Universidad de Concepción, la Junta de Vigilancia del Río Ñuble y diversos actores del ámbito público, instancia que augura una alianza que será sostenida y sistemática en el tiempo. Experiencias compartidas en dicho encuentro, como la forma en que Australia ha logrado armonizar el uso de sus recursos hídricos, son una herramienta valiosa para guiar el crecimiento de nuestra región en las próximas décadas.
Es evidente que las necesidades de Ñuble exigirán una mayor articulación institucional para aumentar el acceso al agua potable para consumo humano, pero también demandará terminar exitosamente una tarea inconclusa: construir embalses para asegurar el riego y el desarrollo agrícola.
Un embalse no es una infraestructura que solamente responda a intereses particulares de agricultores que necesitan agua para cultivar. Se ha demostrado que son obras que permiten la sostenibilidad de los recursos ecológicos, gracias a mayores caudales de los ríos; aportan en el control de crecidas en invierno, evitando daños a las comunidades rurales y garantizan una distribución eficiente del agua a todos quien aportan al desarrollo económico y social.
En esta conmemoración del Día Mundial del Agua relevamos el rol que la sociedad nos impone a las Juntas de Vigilancia y, al mismo tiempo, nos compromete con un desarrollo equitativo, justo y eficiente del agua.
Fernando Rueda Muñoz
Presidente Junta de Vigilancia del Río Ñuble